viernes, 6 de abril de 2012

Música, tribus urbanas y política



La música popular moderna, rock o pop, tiene su origen en los USA de los años 50 del siglo pasado. Gracias a la bonanza económica de la posguerra, por primera vez en la historia los jóvenes disponían de tiempo libre y tenían dinero para poder gastar alegremente, y así, de una manera espontánea crearon una subcultura alternativa a la de sus padres.

Una generación de jóvenes se pasó a identificar con un tipo de música concreta, vestimenta, actitud, etc…, creando la primera tribu urbana de la historia: los rockers. A éstos les siguieron un sinfín de tribus que perduran hasta nuestros días (mods, hippies, rastafaris, skinheads, heavies, punks, indies, góticos, emos, etc…), incluso llegando a existir dentro de una misma tribu diferentes clasificaciones que rozarían lo absurdo.

Esta expresión de rebeldía juvenil no tenía mayor transcendencia que la de pasárselo bien sin más, rompiendo de una manera un tanto infantil con el mundo de los adultos. Por lo tanto, en este esquema no tenía cabida la ideología política, ya que era un elemento ajeno que provenía del mundo de los adultos.

Los elementos políticos llegan a las tribus urbanas de una forma bastante inocente, ya que lo único que buscan es la simple provocación. Los primeros en utilizar símbolos “nazis” fueron los skaters de California de mediados de los 60, a los que les dio por ponerse los uniformes y las condecoraciones alemanas que sus padres habían cogido de recuerdo en la II Guerra Mundial, de los skaters pasó a los surfers, y de éstos a los motoristas, quedándose así, por ejemplo, la cruz de hierro alemana como un elemento más de la cultura Custom americana. No hubo ninguna repercusión política en esa actitud, como mucho, algún grupo de motoristas se identificaron con esa estética “nazi” para labrar su imagen como malditos y rechazados de la sociedad, pero nada más.

Donde realmente se produce una intrusión real de la política en la escena juvenil es a finales de los 60 y principios de los 70, con el movimiento hippie. Por un lado, desde los USA se crea una nueva corriente ideológica, que basándose fundamentalmente en la oposición a la intervención americana en la guerra de Vietnam, aúna a diferentes opciones políticas: Movimientos por los Derechos Civiles de los Afroamericanos; Pacifistas; Ecologistas; Feministas; Homosexuales; Partidarios de la Revolución Sexual y del Amor Libre; Partidarios del Uso Normalizado de las Drogas (Marihuana, LSD y otros alucinógenos principalmente)…

Toda esta amalgama política proveniente de los USA se junta con el viejo y rancio marxismo que todavía perdura en la vieja Europa, sobre todo en los jóvenes descontentos que ven en el trotskismo y en el maoísmo, gracias a una visión simplista y “buenista”, la solución ideal a todos los males de la sociedad burguesa de su tiempo.

Y todo esto da lugar a una explosión juvenil y revolucionaria, que es el celebre y mitificado Mayo del 68 francés, en el que se produce esta mezcla de ideologías ajenas y contrapuestas, siendo en el mayor de los casos contrarias al marxismo original, y dando como resultado final el neo-marxismo o la nueva izquierda, o como lo queramos llamar.

A finales de los 70, y como contrapunto a los hippies, surge la cultura punk, la cual vuelve a recoger la idea de la simple provocación como bandera, volviendo así a la idea primigenia del rock.

Tanto los punks, como la segunda generación de los skinheads, empiezan a utilizar símbolos “nazis” o anarquistas, tan sólo por pura provocación. Los grupos políticos marginales ven en estos jóvenes un filón para sus intereses, así que multitud de skins y de punks pasan a ingresar las filas de grupos nacionalistas de carácter xenófobo. A su vez, y por reacción, otros tantos pasan a engrosar las filas de grupos de extrema izquierda, ya sean anarquistas o comunistas, pero siempre utilizando el lema de anti-fascista o anti-racista para ocultar su más que evidente totalitarismo.

Y de esta forma tenemos a dos grupos que en su origen fueron apolíticos, pero que se fueron radicalizando hasta convertirse en grupos fuertemente politizados, y que en la actualidad son de las tribus urbanas con mayor presencia. Otra tribu fuertemente politizada, y que también está presente en nuestros días, son los okupas. Éstos son un claro producto de la extrema izquierda, y son una mezcla bizarra entre hippies, punks, rastafaris y skins, que ha dado lugar a lo que popularmente se denomina como “perroflautas”.

Pues bien, después de esta introducción al mundo de las tribus urbanas, y tras la experiencia que dan los años, ya que en mi adolescencia pertenecí a una tribu urbana, pero apolítica afortunadamente. He de reconocer que toda la supuesta rebeldía frente a todo lo convencional no es más que un gran fiasco, es un subproducto más del propio sistema, ya se esté inmerso en una dialéctica política o no. Y por lo tanto, las tribus urbanas no son más que otra forma de esclavitud del actual sistema capitalista, que nos presenta una falsa liberación, eso sí, siempre lista para consumir.

¡No parar hasta conquistar! ¡Arriba España!